El odio no habla por mí
Yo hablo por el odio
No podía parar, demasiadas balas saliendo disparadas de mi cabeza y de mi lengua. Todo era como una escena de venganza cruel. De arrastrar por los pelos al enemigo y pisotearlo a escupitajos de cada boca. No pretendía provocar más dolor. Sí, pretendía, planeaba la tortura, equilibrar la balanza de daños, dejar mi conciencia vacía, traspasar las lágrimas que guardaba a quien le correspondía derramarlas. Llámame ira, llámame justicia. Me he vuelto demasiado fría para dejarme penetrar por la pena. La compasión me da tirria. A la izquierda de mi pecho lleva tiempo oliendo a podrido. Nunca diré que quería matar con la piel. Clavar el agijón supone el precio de dejarse morir.
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