domingo, 6 de octubre de 2013

BUTTERFLY

Y en ese preciso instante, Butterfly dejó de sonar


Recuerdo Mayo. Había andado perdida, como matando el tiempo entre lágrima y lágrima, rodeada de ruido para no escuchar mis pensamientos. Recuerdo muchos golpes. La lluvia agitándonos, como un aviso, como un incentivo para aproximarnos, para empaparnos bajo la incertidumbre. Recuerdo tanto odio y tanta rabia bajo el techo de mi habitación, como hechos para encajar en el ojo de una tormenta turbulenta. Besos furiosos de envidia y lascivia, hechos trizas por el viento. Creo que nunca fui consciente de lo fútil de cada uno de ellos, de que ambos teníamos corazones demasiado pequeños para caber los dos. Infecto, como el mío. Recuerdo, y siempre recordaré en qué me convertiste, lo poco que dije y lo mucho que grité. Lo poco que cabe en el transcurso de año y medio. Aquí nunca hubo bella, sino dos bestias. Si me hice más pequeña fue sólo a tus ojos. Creo que ha llegado el momento de extirpar esa carga, de volver a ser la que era sin pesos que me impidan crecer, sin Butterfly sonando en mi cabeza recordándome que sigues ahí. Hubo un tiempo en que cualquier rayo me cegaba, que el vacío me resultaba un monstruo aterrador. Cada vez que arañaste mi piel zurziste un poco de mi armadura. No le temo a la luz. Es hora de dejar los recuerdos secar al sol, abandonarlos en una cuneta y decir adiós, a la espera de un vendaval que los arrastre; un vendaval que borre...


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